K A R A I -los caminos del nombre-
*La historia de una curación sagrada en la cultura mbya-guaraní.
Karai -Los Caminos del Nombre-
Presentación
A los que erraron el camino y no volvieron
A los que vuelven a pesar del errar
A los que comienzan a caminar…
A los que erraron el camino y no volvieron
A los que vuelven a pesar del errar
A los que comienzan a caminar…
¿Cuál es tu verdadero nombre? Esta pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la historia de Karaí Mirí, un creyente guaraní de la palabra-alma, la Ñe´é Porá, que se asienta con el humo del chamán como Nombre y Destino.
El Otro que el mismo sujeto fue, llamado Verá Miri, viaja por las sendas perdidas. Alguien que estuvo muerto y volvió a jugar en la vida después de una enfermedad espiritual de múltiples causas: la maldición de una mujer, una “piedra” arrojada por los Espíritus del Monte, un Nombre secreto que no se puede escuchar… Hasta que arriba una revelación que permite el camino hacia la perfección: el Aguyje, el nuevo saber.
Este documental nos enseña de una vida en la búsqueda de su verdad. Para Karaí es la que pronuncia Ñande Ru, un Dios y un Padre que cura al hablar, pero también es la que llega por un “sueño” que anuda el propio Deseo con su Nombre sagrado.-
Guión y Dirección: Enrique Acuña
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martes, 11 de junio de 2019
viernes, 24 de abril de 2015
lunes, 20 de abril de 2015
Karaí -Los caminos del Nombre- (trailler)
*Un Avance del documental en 4' ...
-Dirección: Enrique Acuña .-
-Montaje: Ariel Di Marco
Buenos Aires, abril 2015
viernes, 17 de abril de 2015
Lecturas y Reseñas del documental "KARAï - los caminos del nombre-"
COMENTARIOS Y DEBATES
(*)-Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (A.P.M.)
Respuestas en la tupida selva simbólica Mby’a (*)
Por Osvaldo Gomez Lezcano(**)
Por Martín Gómez (*)
***
-Fava Ricardo. “Selva, Cultura y las palabras-alma”. En Revista Fri(x)iones entre el Psicoanálisis y la Cultura. Año 1, Primavera 2011
*****
Fátima Alemán – 28 de Junio del 2015
*****
Foto: Cine Select- Espacio INCAA - La Plata; prueba antes de comenzar la proyección-debate. 27/6/15.-
El valor de lo simbólico en la
vida mbyá-guaraní.
-reseña
del documental: “Karaí –Los caminos del nombre-”
Por Claudia Fernández (**)
“Ese grupo de mitos, ya que se constituyen en una
serie, se encuentran enlazados en cierto tipo de poderío (potestad) sancionados
por la posesión de un “paquete” sagrado o “paquete” mágico; forman, si puedo
decir, parte de un paquete. Dicho de otra manera, cuando se transmite el
paquete a alguien (es decir que se le cede los poderes mágicos), se cede la
historia al mismo tiempo y ella autentifica la detentación de un poder
particular…”
C. Lévi- Strauss, “Sobre la relación entre la mitología y el ritual”. 1956(1)
El día 28 sábado de marzo, en el
contexto de las II Jornadas de la Asociación de Amigos Guaraníes (AAGua)
se realizó la presentación del documental Karaí- Los caminos del
Nombre, tercer documental dirigido por Enrique Acuña, psicoanalista.
Bajo la misma dirección podemos referir
a Tatachiná- La Bruma (2009) y La Sombra del Jaguar –Kuaray
a chivi- (2012). Documentales los tres, filmados en comunidades ubicadas
en los alrededores de la Reserva Biósfera Yaboty de Misiones (Argentina); cuyos
testimonios relatados por sus habitantes dan cuenta de aspectos que
conforman la cultura mbyá guaraní. Recorremos entonces
la curación del alma a través de las palabras y el Tatachiná (humo
sagrado), rituales entre otros, acciones atravesadas por las creencias
transmitidas por sus ancestros en relación a la cosmovisión mbyá.
Testimonios orientados esencialmente con
la intención de dar a conocer su sabiduría y demostrar que esta cultura
lejos de perderse es una cultura viva; más allá de los efectos de
transformación que pueda haber sufrido a lo largo de los tiempos.
Karaí, refiere a la historia de quien ha
sufrido una enfermedad (del alma) que se presenta como alguien que estuvo
muerto y volvió a jugar en la vida. Una enfermedad espiritual por la que perdió
su Nombre y ante un primer intento de curación a través de la revelación del Opyguá,
que observa que hubo un nombre equivocado (Verá Mirí), finalmente la
enfermedad permite una nueva consulta a Ñande
Ru, y la lógica de los nombres propios hasta que se revela la verdad
que lo nombra Karaí Mirí. (1). Ilustra esta revelación la
siguiente frase acerca del fundamento del lenguaje humano en los textos
míticos, recopilación realizada por León Cadogan:
A continuación, de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
al verdadero Padre de los futuros Karaí,
al verdadero Padre de los futuros Jakairá,
al verdadero Padre de los futuros Tupa les impartió conciencia de la
divinidad.
Para verdaderos padres de sus futuros numerosos hijos,
para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futuros numerosos
hijos,
les impartió conciencia de la divinidad”… (2)
Es un relato en primera persona que da
cuenta acerca de los diferentes caminos posibles de una curación o salvación (Ijaguyjé)
por la palabra. Acompañan otros relatos de quienes han ayudado a ubicar
diversas causas (espirituales): la “piedra” arrojada por el dueño del árbol, el
mal (payé) hecho con yuyos por la mujer con quien se casa, tienen un hijo y
luego lo abandona. Ante esas causas los caminos de intentos de curación
despliegan una cronología de hechos.
Luego del primer desmayo producido en la
granja donde se encontraba trabajando acude a su padre (Ciriaco), en ese
intento de curación a través del encierro durante tres días en el templo (Opy)
y la curación por el humo sagrado fracasa por incumplimiento ante la
palabra del padre, en relación a lo cual al tiempo vuelve a enfermar.
Un nuevo encierro, intervenciones de
otros Opyguás, Kuñá Karaí (mujer sabia) a través de la
búsqueda del nombre adecuado, alimentación única de polenta de maíz, humo
sagrado y sueños conforman la vía de curación o solución ante la
enfermedad espiritual. En un tiempo anterior sueño del buen cazador
y luego un segundo sueño: la distribución de huevos entre los hermanos lo que
le significa o da lugar a la propia interpretación como designación paterna de
su descendiente. El signo que refiere a que su destino es igual al de su padre
“Ser curandero”: ese sueño articula el deseo con su ser en el Nombre
y el deseo como futuro-anterior.
Significantes como palabras-alma (Ñeé-porá),
embrujo (Kaa’vo), dueños del monte, rituales que con llevan la caza
del Kochí, humo curador (Tatachiná) dan cuenta del valor de lo
simbólico en la vida mbyá. Hay un creyente guaraní
(Lucio Villalba) que encuentra la salvación por los caminos del Nombre,
incluida la mención de los sueños, uno de los cuales que como bien expresa el
director a modo de conclusión, “articula el sentido de su deseo con los decires
de sus dioses”. Un sueño que conecta el deseo propio con su nombre
sagrado, Karaí Mirí.
El documental consta de cinco partes
presentadas cada una con diferentes títulos, las cuales organizan el documental
u orientan relatos, imágenes y saberes con el efecto de curación o salvación
del alma, ofician de guía a lo largo de la proyección:
(I) I- El
ritual animal imita el revivir humano con la cura chamánica
(II) II- Nuestro
Padre hizo animales, árboles y arroyos con sus dueños
(III) III - Mbae
Ñemongaraí: la palabra lleva un alma que se asienta en el cuerpo
(IV) IV- Ser mbyá es
saber rezar: Tatachiná transmite el bien decir
(V) V- La danza de los nombres y ser
uno sólo… Ijaguyjé
Al finalizar la proyección con la
asistencia de un público proveniente de diferentes ámbitos se llevó a cabo un
breve comentario y conversación entre el auditorio, Enrique Acuña, Dioniso
Benitez, parte del equipo de filmación y uno de los responsables de la
traducción del documental; Alejandro Benítez (mburuvichá Tekoá Pindó
Poty) y Rudy Sayas (agente sanitario Tekoá Jejy ).
Ellos participaron no sólo de la proyección y conversación de Karaí sino
también brindaron una activa intervención en las II Jornadas de AAGua llevadas
a cabo ese mismo día en el Museo Provincial de Bellas Artes Juan Yaparí de la
ciudad de Posadas.
Conversación en la que tanto Alejandro
como Rudy ante la pregunta de cual es la importancia que tiene para ellos el
“contar” parte de su verdad cultural, ambos refieren a que el juruá (hombre
blanco) debe conocer algo de esa verdad. En el caso del acto de curación
chamánica, contar permite lograr el respeto y no intromisión del blanco.
Importancia que observan en el rechazo del deseo de saber (sobre todo
del médico Juruá) hacia las técnicas de curación ligadas
a lo sagrado en la cosmovisión holística del mundo mbya.
Concluyo la presente reseña con las
ideas expresadas por el director de esta obra, las que dan inicio y
final; la enseñanza de los amigos mbyá: “los
senderos del monte son como los de la vida, un ciclo repetido pero diferente,
palabras que encierran otras palabras… la vida secreta de los nombres
propios… podemos tropezar con piedras que tocan el corazón”. Karaí…Nombre
que salva y designa el futuro, futuro como Opyguá. Karaí…un
curador ya curado”.-
(*)-Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (A.P.M.)
Notas:
(*)-Karaí- los caminos del nombre-
documental escrito y dirigido por Enrique Acuña-Video en dvd-78 minutos.-Testimonios
de Lucio Villalba junto con Opyguas, Kuña
Karai y Caciques de varias
comunidades mbya-guaraní de la Biosfera Yaboti.
(1)- Levi-Strauss; Claude: “Sobre la relación entre la mitología y el
ritual” (disponible en: http://www.aplp.org.ar/index.php/e-textos-10/305-sobre-la-relacion-entre-la-mitologia-y-el-ritual.
Traducción. Daniela Ward)
(2)-Cadogan, León: Ayvu Rapytá-
Textos miticos de los mbya guaraní del Guayra-
Respuestas en la tupida selva simbólica Mby’a (*)
Por Osvaldo Gomez Lezcano(**)
En Karaí, los caminos del Nombre (2015) vemos reintroducidos los
antecedentes que configuran la búsqueda espiritual del propio guionista y
director, Enrique Acuña, en la conclusión de la trilogía iniciada con La Bruma Tatachiná (2009) y La Sombra de Jaguar Kuara y’ ä Chivi
(2012). Médico y psicoanalista él mismo, comparte con nosotros los sonidos de
las Ñe’ë porä tenondé (primeras
palabras hermosas) o mitos originarios, escuchadas respetuosamente entre sus
propios protagonistas.
Una política del deseo se
fragua en la aprehensión sobre la muerte de un ser querido que lo lleva a la
búsqueda espiritual de un agua vivificante, en la transparencia del verde
continuo de la selva misionera. Búsqueda de una respuesta al sin-sentido del dolor
y la muerte por las vías de un atravesamiento de la tupida selva simbólica
Mby’a.
El argumento narra los
testimonios de una cura chamánica por el tatachiná
(la bruma sanadora) y otros procedimientos terapéuticos ritualizados que
sostienen y confirman la creencias ancestrales de la comunidad: la enfermedad
no es solo física, sino psicológica y espiritual.
Tal como pensaba el gran
epistemólogo Paul Feyerabend, es hora de
superar la dicotomía o sospechosa superioridad de la medicina científica
actual: La ciencia cura, el chamanismo cura, en la finalidad se disuelve la
supuesta superioridad.
El director quiso
compartirnos de este modo la eficacia simbólica de la palabra en su prístina
verdad, el sentido que se esconde en el dolor y la enfermedad, solo revelada
por el sueño. La palabra plena emerge de la palabra vacía, errónea del nombre,
revelado por Ñande Ru Ete. En la
cultura Mby’a el cambio de nombre de una persona tiene el poder de mutar el mal
en bien. La cura de Karaí Mirï se presenta así como un alegato sobre el poder y
vitalidad de una cultura.
¿Cómo se reproduce una
cultura? ¿Cómo se forma un futuro chamán?
Un Opygua (literalmente “custodio del templo y del saber”) de los
dioses solo puede ser llamado y elegido cuando sobre él se pronuncia una Palabra-alma verdadera. Entre el mundo
natural y sobrenatural existen nexos profundos que el líder espiritual debe
conocer y manejar para trasladar a la comunidad el Agüije (Bendición).
El aprendiz debe ser atravesado por una palabra transformadora en el misterio de una nueva identidad que se le impone como designio y elección. Una vez curado, Karaí Mirï, quema ritualmente su casa, como símbolo de salida en busca de su nueva identidad de arandu ka’aty (hombre sabio) de los Mby’a.
El aprendiz debe ser atravesado por una palabra transformadora en el misterio de una nueva identidad que se le impone como designio y elección. Una vez curado, Karaí Mirï, quema ritualmente su casa, como símbolo de salida en busca de su nueva identidad de arandu ka’aty (hombre sabio) de los Mby’a.
Más allá de una necesidad vista
por la cultura yuru’a (blanca) en
salud, educación, producción, etc., los originarios de Misiones muestran en
acto, la riqueza simbólica de su presencia en la selva, dueña de mil recursos
propios, que vuelve superflua y complementarias la penetración occidental a
través de “proyectos” propiciados por terceros.
Este film y la vehemencia de su
argumento, muestran pues, una política en acto, una problemática resuelta en
sus propios términos y pautas culturales que en nada envidia a la ciencia médica
contemporánea.-
(**)-El autor es Licenciado en Filosofia en Asuncion; Paraguay. Director de la revista AL SESGO -Psicoanalisis-; y participó como expositor invitado en la II Jornada de AAGUA, Posadas, marzo 2015.-
(*)-K A R A I -Los caminos del Nombre-
A
los que erraron el camino y no volvieron// A los que vuelven a pesar del errar//A
los que comienzan a caminar…
¿Cuál es tu verdadero nombre? Esta
pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la
historia de Karaí Mirí, un creyente guaraní de la palabra-alma, la Ñe´é
Porá, que se asienta con el humo del
chamán como Nombre y Destino.
El Otro que el mismo sujeto
fue, llamado Verá Miri, viaja por las sendas perdidas. Alguien que
estuvo muerto y volvió a jugar en la vida después de una enfermedad espiritual
de múltiples causas: la maldición de una mujer, una “piedra” arrojada por los
Espíritus del Monte, un Nombre secreto que no se puede escuchar… Hasta que
arriba una revelación que
permite el
camino hacia la perfección: el Aguyje,
el nuevo saber.
Este documental nos enseña sobre de
una vida en la búsqueda de su verdad.
Para Karaí es la que pronuncia Ñande Ru, un Dios y un Padre que cura al
hablar, pero también es la que llega por un “sueño” que anuda el propio Deseo
con su Nombre sagrado.-
Guión y Dirección: Enrique Acuña
Testimonios: Lucio Villalba (Karaí
Miri); Ciriaco Villalba, Matias Sosa, Norberto Benitez, Victoria Almeida,
Laurindo Villalba, Cantalicio Benitez, Juvenil Sosa, Eliseo Sosa, Francisco
Benitez, Maria Gonzalez, Ñiño Cabrera, Agapito Castillo, Alejandro Benitez,
Julia Fernández.
Edición y Animación: Ariel Di Marco.
Traducciones: Lucio Villalba, Norberto
Benitez, Dionisio Benitez.
Tallas artesanales: Ramón
Morinigo.
Fotografía: Enrique Acuña; Ariel Di
Marco; Dionisio Benitez.
Música tradicional: Norberto Benitez
(violin, original) Julia Fernandez (Flauta, original), Silvia Benitez (Flauta,
original), Kuaray Benitez (guitarra, original), Coro de niños de Pindo Poty.
Locaciones. Aldeas Pindo Poty, Yryapy;
Jejy, Jejy-Miri, Itá Pirú, Mandarina, Colonia La Flor, Guyra Retá (Misiones,
Argentina).
Producción: Asociación de Amigos
Guaraníes –A.A.GUA.-
Duración: 80’.
Audio: Guaraní -Subtitulos: Español.
Formato: DVD- NTSC.
Filmado : 2013- 2015.-
Nombres de
la experiencia y significantes propios
Por Martín Gómez (*)
El
tercer documental de Enrique Acuña, Karaí -Los caminos del nombre-, sigue la
serie de los significantes amos de la cultura Mbya-guaraní. En este caso, como
nos anticipa el título de la obra, Acuña nos ofrece la visión en perspectiva de
los caminos Mbya de la nominación.
Encontramos
en el documental construcciones alusivas que nos guiarán con sus
desplazamientos como si de un sueño se tratase. En el inicio pueden sorprender
los desplazamientos metonímicos que los significantes culturales condensan en
torno al Kochí; dichos
desplazamientos y condensaciones (humo, tatachiná,
bruma, cura, huesos(quemar), regreso, subsistencia) apuntan a la temática que
el autor -respetuoso en su quehacer-, nos invita a descubrir.
El
primer testimonio de identificación con la cultura retratada viene de la mano
del autor que comparte la afinidad de su experiencia con la cultura Mbya,
poniendo en serie esta pieza documental con aquella[1] que
retrata el caso de Julián.
Como
es el caso de los documentales anteriores[2] de
Enrique Acuña, los mismos suscitan interrogantes, no sólo respecto de la
cultura Mbya, sino además permiten poner en perspectiva los significantes de la
cultura del espectador. Esto aporta a la construcción de una mirada que se
coteja con la alteridad y que en el caso de Karaí
interroga en torno a las dinámicas de la nominación.
A
través de esta lógica, se validan los testimonios que dan cuenta del
tratamiento que los Mbya dan al Kochí,
y como esto encarna una estructura abierta que apunta a aquella otra estructura
que normaliza los avatares del nombre propio.
De
esos avatares nos habla en primera persona Karaí
Mirí, refiriendo los hechos aciagos que sentaron las bases de su enfermedad
espiritual. La norma de vida quebrantada, evidenciada por el malestar que borra
al sujeto (desmayo) y lo deja a la deriva en su propia cultura, deben buscar un
tratamiento que salde el devenir simbólico de aquel que no ha encontrado su
nombre trascendental.
Podríamos preguntarnos: ¿qué significado puede tener esa
nominalización errada y que suceso equivalente encontramos a nuestro lado de la
cultura? Si consideramos nuestra perspectiva cultural y las formas en las que
los nombres nos anteceden: ¿Existe la posibilidad de inscribir la experiencia y
tramitar en el nombre propio -que nos viene dado por la alteridad
sociocultural- un devenir que no nos aliene?
El
proceso de nominación da testimonio, a ambos lados de la cultura, de la
dinámica del significante. Por un lado las palabras
alma (ñe’e) reflejan el orden
simbólico y el bien decir es sinónimo de metáforas acertadas -mot juste-, a la vez que el mismo
proceso nos deja ver la contingencia y la arbitrariedad que pone en tensión el
determinismo trascendental que le está asociado. Frente a este panorama, lo
identitario puede no encontrar un sitio en ese espacio de pura significación de
una vacío.
Pero
Karaí nos dice más cosas a través de
sus sueños ya que en estos se condensa y se codifica un devenir que ya estaba
inscripto y que inaugura lo que el deseo tramó en el pasado. Descubrimos un eco
en la obra del autor.En
su libro Resonancia y silencio[3],
más precisamente en el ensayo Alguien
habla: poética analítica o desierto de la ciencia, Acuña desanda el
recorrido de las identificaciones y relata la posibilidad de la reinscripción
del sujeto en el nombre propio. Es este hecho de reescritura el que posibilita
la construcción de una nueva perspectiva respecto de la propia experiencia de
vida.
Para el caso del director tanto como para el de Karaí, este será el lugar de un encuentro equívoco que al producirse precipitará efectos que podrán ser interpretados a posteriori, en un futuro anterior preñado de destino y rebosante de significaciones inminentes[4].
Para el caso del director tanto como para el de Karaí, este será el lugar de un encuentro equívoco que al producirse precipitará efectos que podrán ser interpretados a posteriori, en un futuro anterior preñado de destino y rebosante de significaciones inminentes[4].
(*)- Profesor de Francés e investigador en Lenguas. Miembro de la Asociación Centro de Investigacion y Docencia ACID del Insituto Oscar Masotta Corrientes-Chaco.-
[1] Nos referimos al documental La Bruma - Tatachiná-(2009) .
[2] El segundo documental de la serie es La Sombra del
Jaguar -Kuaray’a chiví- (2010-2012).
[3] Enrique Acuña (2009).
[4] Como opera Acuña en el ensayo citado, sugerimos
también la frase de Borges que alude al arte o a la poesía: “La inminencia de
una revelación que no se produce”. Esta intersección de afinidades se puede
sospechar como origen de la propuesta que Enrique Acuña nos convida. La
transposición diferencial de los mitos personales deja en evidencia el espacio
de intercambio estructural que resonará en cada uno y que el artista revela y
sidera procurando identificaciones infinitas para aquellos que interpreten su
mensaje.-
Karai: Del nombre a la causa
Por Christian Gómez**
Los caminos del monte
El
monte, o lo que queda de el, es el escenario a donde nos conduce, por tercera
vez, el psicoanalista Enrique Acuña. Karai
-Los caminos del nombre- (2015) da a ver aspectos imprescindibles para
entender lo vivo de una cultura que habita la provincia de Misiones, en el
nordeste argentino, Paraguay y sur de Brasil: los Mbya-Guaraníes.
¿Qué,
sino el deseo articulado a una búsqueda inédita, lleva a alguien a internarse
en la tupida selva de la cultura mbya?
“Los amigos mbya me enseñaron que los
caminos del monte son como los de la vida. Un ciclo repetido pero diferente, un
viaje por los caminos de las palabras que encierran otras palabras. Con ellos
supe que hay una vida secreta de los nombres propios.” El que habla no es otro
que el propio director quien recorre las rutas de la provincia de Misiones para
adentrarse en territorio mbya tras
los senderos de las palabras-alma (Ñee
porá) aquellas que toman asiento en el cuerpo vivificándolo y que al ser
invocadas por el chaman con el humo sagrado (tatachiná) alejan los malos espíritus o el espíritu de los muertos
(mbogua) que los dueños del monte
arrojaron como una piedra a aquel que ha sucumbido a una vida imperfecta (teko achy).
Se
trata de la curación espiritual de una enfermedad espiritual, aquella que no
fuera posible 10 años atrás por intromisión del aparato medico-jurídico del
hombre blanco (juruá) en el conocido
caso del niño Julián, conflicto narrado
en La Bruma-Tatachiná ( Argentina,
2009) y que Enrique Acuña plasma como efecto del encuentro con esa diferencia
cultural pero también como salida a un duelo que atraviesa en ese momento.
Julián,
un niño de 5 años, es retirado por la policía y con una orden judicial de la
aldea Pindo Poty donde vive con sus padres y es trasladado primero a la ciudad
de Posadas y luego a Buenos Aires donde se le diagnostica una cardiopatía
congénita y luego de semanas de deliberaciones se decide una intervención
quirúrgica a cielo abierto, en contra de los lideres de su comunidad quienes
sostienen que el niño padece una enfermedad espiritual que el blanco no
comprende, y que debe ser curado por el sacerdote (Opygua) en el templo. Tiempo
después de realizada la operación el niño, de regreso a su casa, muere y meses después
lo hace su hermano, algunos años menor.
La
Bruma-Tatachiná- muestra el
desencuentro entre dos culturas como producto de la invasión simbólica,
imaginaria y real de una, dominante , sobre la otra. Este hecho, que conmueve
no solo a la aldea donde vive el niño sino a la comunidad mbya en su conjunto,
conduce a una reinterpretación política de sus lideres sobre el modo de
negociar sus derechos con el hombre blanco. Toman estado publico los
manifiestos de Pindo Poty (años 2007
y 2008), cartas dirigidas al estado y los poderes públicos donde la comunidad
reclama ser atendida y escuchada en aquellos asuntos que le conciernen.
Hacen
visible de esta manera el modo ancestral de organización política propio de la
costumbre mbya, la asamblea-grande o
asamblea de la palabra en fila (Aty Ñeeychyro)
donde la comunidad participa y cada uno toma la palabra el tiempo que sea
necesario hasta encontrar la mejor solución a los problemas.
Tres
años mas tarde (La sombra del jaguar-Kuaray-a-chivi-
Argentina, 2012) la cámara inquieta registra como nunca antes el testimonio
oral, vivo, de los rituales sobre los que toman cuerpo los mitos fundantes de
la cultura mbya-guaraní hasta llegar
al relato de una transformación (jepota)
de un hombre en jaguar, posible por la indiferenciación entre naturaleza y
cultura en la reciprocidad espiritual con el monte que caracteriza al modo de
vivir mbya.
Kuaray-a-chivi
no es el la trama de un conflicto, es el testimonio, a través de sus
protagonistas, de lo vivo de una
tradición milenaria.
Los caminos del cazador
“Cual
es tu verdadero nombre? Esta pregunta recorre los caminos posibles de una
salvación por la palabra. Es la historia de Karai-Miri,
un creyente guaraní de la palabra-alma, la ñee-pora,
que se asienta con el humo del chaman como nombre y destino.”
Estas
palabras, extraídas de la sinapsis del film, señalan el punto de crisis de la
historia de Lucio, un joven de 25
años, que inicia desde un presente que
lo encuentra como aquel que ha vuelto a jugar en la vida un recorrido por los
caminos que condujeron, primero a su enfermedad, finalmente a su curación. En
ese trayecto nos lleva, en un dialogo con el director que parece no tener su
punto final con la culminación de la película, hacia los secretos que
sabiamente han escondido sus abuelos y que ahora el pide contar.
Se
trata de la enfermedad como mal vivir (Teko
achy) y de la curación como búsqueda de la salvación (Iyaguyje) para quien sabe rezar, practica del bien decir del
nombre.
Como
en la experiencia analítica, Lucio erra por los diferentes caminos de los
intentos de curación tras un primer episodio donde la perdida del sentido lo
conduce a la casa de su padre, de quien se había distanciado tras la muerte de
su madre por la costumbre mbya de
migrar buscando alejarse del espíritu de los muertos.
El
padre, poseedor del saber curar, pregunta a Ñanderu
ete tenondegua (nuestro padre primero, el verdadero) por las causas de la enfermedad y hay que
recorrer y visitar varias aldeas en búsqueda de la curación. Lucio, dedicado a
la caza, interpreta como una señal la facilidad con la que obtiene su presa. Es
sabido que, según la costumbre del pueblo guaraní, el cazador solamente recoge
aquello que el Dios provee para la comunidad. Como en la caza del Kochi (Pecari), animal sagrado cuya
carne debe comerse en comunidad, alrededor del templo se celebra la fiesta y la
comida del animal cuyos huesos se entregan a Ñanderu para que pueda hacer nacer uno nuevo. De este modo, hay un
saber usar el monte que provee todo aquello que la comunidad necesita y que no
debe usarse para otra cosa. Si así ocurre, aquel que lo hace cae presa del mal
vivir y de la enfermedad que es su efecto Los dueños del monte (del agua, del
árbol, de la piedra) arrojan la piedra de la enfermedad que solo puede curarse
si el Chaman pide al Dios que quite la piedra y devuelva la vida.
Causa y nominación:
bien-decir el nombre
León
Cadogan (1899-1973) recibió en reciprocidad, a mitad del siglo XX, el relato
oral de los cantos que fundan la cosmovisión guaraní. Ayvu Rapyta (El fundamento del lenguaje humano), es el
establecimiento en lengua guaraní-y su traducción al español- de los mitos,
leyendas y tradiciones sobre cuya eficacia simbólica reposa la mbya reko (costumbre mbya) y en función
de los que se constituye el ser mbya.
En
el capitulo IV titulado Oñemboapyka pota
jeayu porangue i rembirerovy´ara i (Se esta por dar asiento a un ser para
alegría de los bien amados) leemos:
“Cuando esta por tomar asiento un ser que
alegrara a los que llevan la insignia de la masculinidad, el emblema de la
feminidad, envía a la tierra una palabra-alma para que se encarne”, dijo
Nuestro Primer padre a los verdaderos Padres de las palabras-alma de sus
hijos…” (Cadogan, León: Ayvu Rapyta.
Textos míticos de los Mbya-Guarani del Guaira. Biblioteca Paraguaya de
Antropologia. Asuncion. 1997)
La
ceremonia del Bautismo (Mbae Ñemongarai),
llevada a cabo en cada año nuevo (Ara
Pyau) consiste en el ritual de nominación, tarea que corresponde al opygua (Chaman) quien recibe el nombre
adecuado para cada niño según es enviado por Dios. En una lengua neológica y
con el humo de la pipa (tatachiná),
recibe el nombre que danza durante unos instantes en derredor del sacerdote
hasta que puede escucharlo y decirlo para que así tome asiento en el cuerpo que
de este modo se vivifica. Este nombre, secreto y que nada tiene que ver con el
nombre cristiano por el que se llaman los mbya,
es también un destino en tanto al encarnarse decide el futuro del niño según el
patronímico al que corresponda. Según la mitología mbya, Ñande Ru ete tenondegua
(El Padre primero, el verdadero) recide en un paraíso sostenido por cuatro
columnas que son a su vez los cuatro Dioses, dueños de las palabras-alma: Ñamandu Ru ete, Jakaira Ru ete, Karai Ru ete,
Tupa Ru ete. Por lo tanto, es desde la morada de uno de estos Dioses que partirá
el nombre que, al encarnarse, mantendra erguido el fluir de su decir, habitara
la tierra en un ser. (1)
En
un articulo escrito en el contexto del rodaje de Karai, transcribe Enrique
Acuña un testimonio de Ciriaco Villalba, Opygua y padre de Lucio, donde
desbribe cuatro tiempos en la ceremonia de encarnación del nombre: Preguntar el
nombre, decir de Ñande Ru, escuchar
del chaman y tomar asiento en el cuerpo. Este procedimiento sagrado es
susceptible de error y puede volver a repetirse, es decir que el chaman puede
escuchar mal el nombre o puede no ser el adecuado con lo cual la operación debe
repetirse.
En
la búsqueda del saber de quienes oficiaron de curadores, Lucio encuentra la palabra de Niño Cabrera (Opygua) quien señala que los nombres
danzan sobre su cabeza y es por el humo del tabaco que el opygua los conduce hacia el cuerpo, que será su morada terrenal.
De
la piedra arrojada por el dueño del árbol, al embrujo (kavo) de una mujer de quien se enamora, tiene un hijo y luego lo
abandona, los caminos del monte y sus senderos que se bifurcan son metáforas de
la errancia en la búsqueda de las causas de la enfermedad hasta que será de
boca de Ciriaco, su padre, quien sabe escuchar el verdadero nombre, el que anda
bien: será karai-Miri, del
patronímico Karai, destinado a ser como su padre: el señor (karai) del templo.
Sera
Julia, la mujer sabia (Kuña Karai),
quien acompañara en las curaciones con los remedios que completaran el restablecimiento
de quien fuera Verá, proveniente del
Dios Tupa, el nombre que no tomo
asiento en el cuerpo y no se hallo en la tierra.
Cantalicio
Benitez, otro señor del templo, será el encargado de decir que aun quedan
secretos guardados, aquel que viene de lejos
(mensaje que bien podría dirigirse al espectador) podrá saber sobre la
curación por el bien-decir del nombre, pero solo a medias.
Sueño y revelación: hacer nacer un destino
Karai, recostado en
el ogurey ( quincho) relata un sueño:
“ayer soñé con mi papá, abajo en el monte en una casita, estábamos hablando y
después mi papa me dio cinco huevos, con huevos soñé. Después pidió mi hermano
y yo le di, uno a mi hermano y dos a mi hermana mayor. Uno quería mi hermano
pero yo no le quería dar, el tiro, agarro mi mano y entonces le di. Creo que
eso que soñé es algo importante. Una señal creo que significa, ese es mi papá
que me esta dando su poder, para mas adelante, para que yo lo siga a él como opygua.”
"Lucio
sabía, -dice Enrique Acuña al final del film- que los que vienen de la morada de
Karai están destinados a ser chamanes
tanto como los que vienen de la morada de Tupa
están destinados a ser caciques."
El
sueño, interpretación del inconsciente,
hace nacer un destino que concuerda con la revelación del Dios, que a
diferencia de aquel solo es dada a quienes tienen el poder de escuchar y poseen
trato directo con el creador.
Solo
falta el último ritual, aquel que con el fuego aleja los malos espíritus. Una
vez más, el caminar solitario de Lucio-Karai
parece conducirlo a esa nueva vida que nace, la de aquel que volvió a
jugar.
Entre
los intrincados senderos de la selva y en el andar errante por los caminos del
nombre, este documental es un testimonio de la tradición sagrada de lo mbya-guarani. Pero como en Las meninas
de Diego Velázquez que Lacan evocara para hablar del objeto del psicoanálisis, aquí
Enrique Acuña, guionista y director, hace visible algo del punto desde el cual
el deseo causa la operación de quien también ha hecho nacer un destino al poner
la cámara para que lo mas intimo de la tradición mbya hable a través de ella.
***
*Karai-Los caminos del nombre. Guion y dirección: Enrique Acuña. Testimonios: Lucio Villalba
(Karai-Miri); Ciriaco Villalba, matias Sosa, Norberto benitez, Victoria
Almeida, Laurindo Villalba, Cantalicio Benitez, Juvenil Sosa, Eliaseo sosa,
Francisco benitez, maria Gonzalez, Niño Cabrera, Agapito Castillo, Alejandro
benitez, Julia Fernandez. Edicion y
animación: Ariel Di marco. Traducciones:
Lucio Villalba, Norberto benitez, Dionisio benitez. Tallas artesanales: Ramon Morinigo. Fotografia: Enrique Acuña, Ariel Di marco, Dionisio Benitez. Musica tradicional: Norberto benitez
(violin, original), Julia fernandez (flauta, original), Silvia benitez (flauta,
original), Kuaray Benitez(guitarra, original), coro de niños de Pindo Poty. Locaciones: Aldeas Pindo poty, Yryapy,
Jejy, jejy-Miri, Ita Piru, mandarina, Colonia la Flor, Guyra reta (Misiones,
Argentina). Produccion: Asociacion
Amigos Guaranies (AAGua). Duracion 77´.
Audio: Guarani. Subtitulos: español. Formato: DVS-NTSC. Filmado: 2013-2015.
Textos
críticos y Trailler en: www.loscaminosdelnombre.blogspot.com
**Director
de enseñanzas de la Asociacion de Psicoanalisis de Misiones. Miembro de la
Asociacion Amigos Guaranies.
Notas
(1).
Cf Cadogan, Leon: Ayvu rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guarani del Guaira.
Biblioteca Paraguaya de Antropologia. Asuncion, 1997. Pgs 33-46.
Fuentes consultadas
Acuña, Enrique:
“Los nombres de Ñande Ru. Bautismo y
bendición en los mbya”. En Revista Fri(x)iones-entre
el psicoanálisis y la cultura. N 3. Posadas, Misiones. 2013.
Acuña, Enrique (Director):
La bruma-tatachiná. Argentina, 2009.
Genero: documental. www.labrumatatachina.blogspopt.com
Acuña, Enrique (Director):
La sombra del jaguar-Kuaray-a-chivi-
Argentina, 2012. Genero: documental. www.lasombradeljaguar.blogspot.com
Lacan, Jacques:
“Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”. Escritos. Bs. As. Siglo XXI.
Levi-Strauss, Claude:
“Sobre la relación entre mitología y ritual”.
Exposición en la Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Texto original: Sur les rapport entre la mythologie et le
rituel de Levi Strauss, publicado en http://es.scribd.com/doc/27390069/Levi-Strauss-Sur-les-rapports-entre-la-mythologie-et-le-rituel.
Traducido por Daniela Ward. Extraido de: www.aplp.org.ar/e-textos.
Bartolome, Miguel Alberto:
Parientes de la selva-Los guaraníes Mbya
de Argentina. Centro de estudios antropológicos de la Universidad católica.
Biblioteca paraguaya de Antropologia, volumen 72. Paraguay, 2009.-
Palabra
y nombre: el límite del decir
-Karaí
– los Caminos del Nombre –
Julia Pernía (*)
El sábado 13 de junio en el
Centro Turístico Cultural de la Ciudad de Puerto Iguazú, Enrique Acuña presentó
“Karaí – los caminos del nombre-“ tercer
documental de una serie: La Bruma -Tatachiná-
(2009) y La Sombra del Jaguar –Kuaray
a chivi- (2012), que pone en juego
un modo de pensar la relación posible con la alteridad de Otra cultura, la mbya guaraní.
Relatos de una
espiritualidad que atraviesa y determina el modo de pensar la naturaleza, la
estrecha relación de los mbya con el
hábitat de la selva trasciende la noción antropológica de “reciprocidad”. La
naturaleza - Ka’aguy - es el espacio donde interactúan hombres, espíritus, dueños y almas en un
lenguaje que no es privativo de los humanos. Así, se disuelve la oposición
moderna naturaleza-cultura y se configura, más bien, un continuum, donde lo
no-humano tiene intencionalidad, eso puede querer decir algo, construyéndose
una realidad simbólica diferente a la del Juruá
(palabra con la que se refieren al hombre blanco).
Esta trilogía documental
muestra que se hace imposible comprender las taxonomías y clasificaciones del
pensamiento guaraní sin conocer su trama mítico-religiosa que constituye el
rasgo diferencial de esta cultura, ese acento puesto en las “bellas palabras”
que conectan a los dioses con la tierra, ahí donde cada “persona” porta esa
palabra-alma (ñe´e-porá).
Y más allá de la serie, el
documental “Karaí – los caminos del
nombre-” como Uno, cuenta una curación según
la lógica propia de la cultura mbyá. Lucio Villalba, quien fuera bautizado Verá Mirí, comienza un camino errante en
la búsqueda de la causa de su enfermedad espiritual.
Los relatos míticos sobre el
origen, narran cómo Ñande-Ru Tenondé,
el padre verdadero, concibió el origen del lenguaje humano, ayvu, cuyo fundamento es la
palabra-alma, haciendo que éste formara parte de su propia divinidad. El Opygua (sacerdote) recibe revelaciones
de este Dios a través de las palabras-alma que le confieren el poder de “bautizar”
a los niños.
Así fue, Lucio Villalba,
nombrado Verá Mirí, en ese ritual con
el humo del tabaco, en donde se vivifica un cuerpo y se decide también un
destino, en tanto la procedencia del nombre determina una función social, bajo
esa nominación habría podido acceder al saber de los caciques estrategas, los Mburuvicha.
El nombre espiritual –tery– “es una
interioridad secreta aunque intercambiable, que sirve como contraseña dentro del
código de esa etnia, grupo o familia y por lo tanto no se corresponde con la
identidad social como es el nombre que figura en un documento de
identidad.”(1). El nombre bien asentado no sólo designa una función social,
sino que mantiene lejos de la vida imperfecta.
Entonces, ese que fuera Verá Mirí, tiene un desmayo mientras
trabaja en el campo para los “colonos”, un primer comienzo de la enfermedad que
se anuda luego, unos años después en una segunda enfermedad ante la partida de
su esposa y su pequeño hijo.
Aunque su organismo respondía
fisiológicamente, él estaba muerto, muerto espiritualmente, es decir sin un
deseo. Ahí comenzará a atravesar los rodeos de la cura con la interpretación
que hacen los Chamanes de múltiples causas posibles: un payé – embrujo - hecho por una mujer, una “piedra” arrojada por los
espíritus del monte o un “nombre” maldecido, que no se ha encarnado.
Entre rezos y plantas
medicinales y la intervención de varios
Opyguá, él tiene un sueño -el sueño de los huevos- y en ese sueño aparece un padre portador y
dador del don divino que permite curar. El sentido que le da al mismo, decide
de manera retroactiva la causa de la enfermedad, él era como su padre, Karaí Mirí, aquél al que se le confiere
el poder de curar, que puede hablar el lenguaje sagrado y escuchar las bellas
palabras. La interpretación es su deseo, que se anuda también a un saber de la
comunidad: dicho sueño es confirmación de la anterioridad mitica: pertenecerá
la estirpe de los hijos de un dios. Antes el Opyguá escuchó su nombre verdadero, articulándose ese deseo
particular con un tiempo originario, con la historia de su pueblo, con sus
abuelos.
Ese que no se encontraba en
su nombre, ahora Karaí Mirí es incorporado
en su cuerpo de una manera nueva, cuenta, al mismo tiempo que escribe, su
historia y en esa escritura crea un pasado, no sin Enrique Acuña, director del documental
que opera como causa en la búsqueda de ese saber, ahora nuevo: “Karaí, nombre que salva y designa el
futuro como Opyguá. Karaí; un curador ya curado”.
Es una Causa que traspasa la
pantalla, divide a quien escucha y mira, apostando la producción de ese efecto –único,
cada vez- en la presentación del documental, en esta oportunidad frente a un
público proveniente de diversos ámbitos geográficos y culturales, han surgido
preguntas que dan cuenta de ese efecto ¿Porqué se ha elegido esa manera de
filmar? ¿Qué relación tiene al psicoanálisis? ¿Por qué elige Lucio Villalba
contar la historia de su enfermedad?
El público presente, nada
ajeno a la cultura guaraní, tanto por el interés que suscita como por las
coordenadas locales: la ubicación y las políticas empleadas principalmente en
la esfera del turismo y la educación en la Ciudad de Puerto Iguazú, se ha visto
interrogado por el modo de abordaje que presenta el documental respecto de la
espiritualidad, las costumbres y el modo de vivir mbyá, como así también la
relación formada entre el director y los miembros de las comunidades que
sorprende en los relatos principalmente de índole sagrado que le fueran
confiados.
Por las voces que han tomado
la palabra, es posible deducir que se ha captado el efecto de respuesta que constituye
el documental: ante la imposición a las comunidades de la medicina occidental que
reduce la enfermedad a la disfunción del órgano, se responde con el relato de
una cura chamánica y del cuerpo que habla el lenguaje de sus dioses. En este
sentido, no es sin intención presentar el documental en tal punto geográfico,
en tanto las comunidades allí asentadas también sufren los impactos de la
implementación de políticas que, en el acto de responder a un Bien Social Común,
segregan las particularidades, en el caso de los mbyá la espiritualidad. Llama
la atención que este objeto excluido del Otro, es causa de este documental.
Por ello, KARAI – los caminos del nombre – es
también un deseo, un modo de relatar a través de ese ojo que mira y captura, una
cultura viva que intenta ser silenciada, negada en su preexistencia por los
avasalladores efectos del discurso capitalista. El documental es una política
hecha de ese deseo: ubica el saber del lado del mbyá, luego usa bien ese artefacto que es la función social del cine
como arte y finalmente capata la singularidad
de su propia cultura, no toda: “Hasta ahí vas a saber” – hay un secreto- .
Es el silencio como un acto
que mantiene, preserva y respeta lo sagrado como “ultima muralla” de una cultura.
Enrique Acuña elegirá mostrar la lógica de las palabras y los nombres como un “límite
al decir”, enunciado por los mismos mbya,
sin intentar traspasarlo, rasgo diferencial que da al documental el estatuto de
un verdadero puente entre dos culturas.-
(*) Miembro de Asociación Amigos
Guaraníes (A.A.GUA). Miembro de Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM).
Notas:
(1) Acuña, Enrique. Los nombres de Ñande Ru – bautismo y bendición en los mbya- En Fri(x)iones Nº 3. Primavera 2013.
Fuentes de Consulta:
-Karaí- los caminos del nombre- documental escrito y dirigido por Enrique Acuña Ficha
técnica:www.loscaminosdelnombre.blogspot.com
-Acuña, Enrique. “Los nombres de Ñande Ru – bautismo y bendición en los mbya”- En Revista Fri(x)iones Nº 3. Posadas;
Primavera 2013.
-Bartolomé Miguel Alberto. Parientes de la Selva –Los Mbya Guaraníes de Misiones, Argentina-.
Biblioteca Paraguaya de Antropología. Asunción del Paraguay, 2009.
-Cadogan León. AyvuRapyta.
Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del
Guairá. Biblioteca Paraguaya de Antropología. Asunción del Paraguay, 1997. -Fava Ricardo. “Selva, Cultura y las palabras-alma”. En Revista Fri(x)iones entre el Psicoanálisis y la Cultura. Año 1, Primavera 2011
*****
Un más allá de la
eficacia simbólica
por Fátima Aleman
El último sábado de junio, en una tarde lluviosa que invitaba a sentarse en la
butaca de un cine, presentamos en la mítica sala Select del Pasaje Dardo
Rocha de la ciudad de La Plata, el tercer documental de Enrique Acuña, Karaí
-Los caminos del nombre-.
Como sucedió en las presentaciones anteriores, un
público variado y curioso por saber de qué trataba ese título enigmático donde
el nombre propio se construye, y dos invitadas de lujo que aceptaron formar
parte del debate posterior junto al director, las antropólogas Liliana Tamagno
(Directora del Laboratorio de investigaciones en Antropología Social de
la UNLP y compiladora y autora del libro Pueblos indígena.
Interculturalidad, colonialidad, política, 2009) y María de los
Ángeles Andolfo (miembro del colectivo GUIAS), disfrutaron de los 77 minutos
que dura el documental.
Karaí, como cierre (tal vez)
de la trilogía, conserva la estructura de los documentales anteriores en un
relato dividido en cinco partes con títulos que interpretan lo que se cuenta,
pero sorprende al introducir dichas escansiones a partir de la animación
de unas bellas esculturas en madera (talladas por Ramón Morinigo) que giran al
compás de la melodía hipnótica interpretada por el violín mbya del
maestro Norberto Benítez.
A su vez, invierte el modo de filmar, al presentar al
director no solo como voz en off sino como parte del film, que en su
viaje por la tierra colorada nos confiesa el disparador del mismo: registrar
con su cámara la experiencia de Lucio Villalba (protagonista) en el devenir de
su enfermedad espiritual, es también plasmar algo de su experiencia con la
enfermedad, la de un ser querido que culmina en el duelo por su muerte. El
director elige hacerse la otra mitad del relato, invierte asi el modo
antropológico de un observador-participante, no solo al prestar su persona y su
experiencia vivida sino también su poética.
Sobre los avatares del film no me
detendré esta vez, pues han sido comentados fidedignamente y analizados
por diferentes sesgos en las reseñas publicadas en el blog de la película (http://loscaminosdelnombre.blogspot.com.ar).
Elijo detenerme entonces en un punto enigmático del documental que, como
integrante de las investigaciones del colectivo Asociación de Amigos Guaraníes
(A.A.GUA.), sugiere una serie de preguntas y relecturas sobre la eficacia
simbólica de la palabra en un cuerpo que padece “lo enfermo” pero a su vez
paradojicamente hace de eso un “ser”, interrogante que no es ajeno por cierto
al psicoanálisis.
Es la puesta en juego de la
curación por la palabra sagrada, la que emprende el Opyguá de Tekoá
Pindo Poty, Ciriaco Villalba, un hombre anciano y padre del protagonista,
que posa su mirada más allá de la cámara para relatarnos en su lengua mbya
un saber sobre la enfermedad como mal espiritual. En esa curación que efectúa
por fases el chamán, como la conocemos tan bien por Leví- Strauss, me vienen a
la memoria los desarrollos sobre “la eficacia simbólica” y “el hechicero y su
magia”, capítulos fundamentales de Antropología estructural, libro
publicado en París allá por 1958.
Hay allí testimonios similares al de
película, como los que Leví-Strauss toma de Cannon, Stevenson y Boaz, donde el
acento está puesto en los resortes que hacen a la eficacia de la magia: no se
trata solamente de la creencia que tanto el hechicero como el enfermo comparten
sobre el procedimiento curativo, sino de la importancia crucial que adquiere la
“confianza y las exigencias de la opinión colectiva”. Leemos en Leví-Strauss
que el contexto que proporciona el público, la comunidad entera, es parte
fundamental de la curación. Sin ese “coro” que sabemos desde la Poética de
Aristóteles representa en la tragedia griega a la ciudad, la doxa, incluso a la
autoridad, entonando en armonía la creencia común, no es posible el éxito del
tratamiento mágico.
El documental de Acuña muestra
acertadamente la hilación de un relato que se construye en comunidad,
colectivamente, donde cada uno de los que testimonia acerca de la curación
reproduce con matices y tonos diversos, el sentido ancestral de la cosmovisión mbya
donde el “nombre propio” implica un lazo íntimo y sagrado con los Dioses del
monte. Cada persona se construye por sucesivos rituales de formación que siguen
la lógica del mito de origen: Ñande Ru, el Padre original en su génesis
creó primero a sus cuatro hijos Tupá, Karaí, Ñamandu, Jakaira, que desde
sus ambá -moradas celestiales- bajan a dar los nombres en el bautismo –Ñemongaraí-,
nombres que son también en el futuro un destino de la función del sujeto en la
comunidad: unos serán chamanes, otros caciques, otros agricultores, etc.
Uno de los testimonios del
documental, el del Niño Giménez, chamán de Tekoá Jijy Mirí, da cuenta
del valor de las palabras-almas (ñeé-porá) en la cultura mbya,
que bajan a los seres de la tierra como “ángeles” por obra de Ñande-Ru para
permitir que los “nombres” puedan danzar en el cielo de cada uno hasta
encontrar a la persona correcta. Es muy gráfico el gesto del chamán agitando su
brazo alrededor de su cabeza para dar cuenta de la eficacia simbólica que
adquiere el nombre propio al corporizarse como un alma de la persona (que no es
por cierto el que figura como nombre civil en el documento de identidad).
El
nombre sagrado de cada miembro de la comunidad mbya se constituye así
como un legado simbólico de los dioses del monte, que establece además un
linaje que marcará el destino en la tierra: espiritual (como chamán) o político
(como cacique).
Así encontramos algo de la
“estructura del parentesco” de Lévi-Strauss, que podrá ser elemental o
compleja, pero que siempre responde a la ley simbólica atemporal que fija el
mito colectivo. Por ello es “la eficacia simbólica la que garantiza la armonía
del paralelismo entre mito y operaciones” y es en la cura mágica donde el
chamán aporta el mito (tradición colectiva) y el enfermo cumple las operaciones
que le impone aquel que está en contacto con Dios.
Cuando Lucio, en ese momento
nombrado como Verá (hijo de Tupá), desobedece a las
consignas de su padre en la primera enfermedad (permanecer tres días en el Opy
- templo) algo del castigo retorna en la segunda enfermedad, que
requiere como operación dos meses en el Opy, donde el cuerpo “casi
muerto”, alimentado a maíz y aislado por completo de la comunidad, revive
gracias al encuentro con el nombre correcto, Karaí Mirí, que permite
nombrar también un deseo, el deseo de ser chamán como su padre. El sueño de los
cinco huevos relatado por el protagonista durante el rodaje del documental, es
quizá la reafirmación de ese deseo enunciado tímidamente con la curación pero
ahora ofrecido al director “que sabe escuchar” la creencia mbya aunque
sea no-toda.
Tal vez la reserva del pueblo mbya
de no contar “todo” de la curación chamánica, la reserva de conservar el
misterio de las “palabras sagradas”, que incluso piden ser no traducidas como
nos comenta en el debate el director, es algo que también sabemos por el
psicoanálisis. A partir de los desarrollos de Jacques Lacan, quien supo
reconocer en lo simbólico de Leví-Strauss un verdadero orden, el orden
simbólico, fue posible renovar la noción del inconsciente freudiano gracias a
la combinatoria significante.
Pero el encuentro de la antropología
estructuralista y el psicoanálisis no duró para siempre, y Lacan se apartó del
estructuralismo para retomar lo “no interpretable” del síntoma, aquella
“exigencia pulsional” que supera el conflicto neurótico y que Freud supo
advertir en su texto Inhibición, síntoma y angustia, para redefinir al
síntoma como sinthome. Lo simbólico dejó de ser un orden cuando se
confrontó con “el cuerpo vivo”, es decir, con el costado pulsional del síntoma,
con el modo de gozar que ya no responde a la regla simbólica y que en todo caso
permanece como incurable.
¿Será acaso este más allá
de lo simbólico lo que los mbya mantienen como enigma? Un secreto que es
opaco para ellos mismos y que funciona como ultima verdad no profanada por
nuestra propia “producción de conocimientos”. Lo más real del Otro cuyo límite
es el nombre.
Fátima Alemán – 28 de Junio del 2015
*****
Foto: Cine Select- Espacio INCAA - La Plata; prueba antes de comenzar la proyección-debate. 27/6/15.-
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